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viernes, 1 de agosto de 2014

JORDI PUJOL, EL LADRÓN CONFESO

Hace unos días el expresidente de la Generalitat Catalana, Jordi Pujol, enviaba una carta a los medios de comunicación reconociendo haber cometido varios delitos relacionados con la ocultación de una herencia de su padre y el fraude a la Hacienda Pública. En concreto, y según la denuncia efectuada por Manos Limpias, se le atribuyen delito fiscal, cohecho, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, prevaricación, falsedad en documento público y malversación de caudales públicos, delitos reconocidos por el propio Jordi Pujol en la carta emitida. 

Jordi Pujol es la figura artífice del sentimiento separatista catalán, que se inició en los años ochenta y el cual se alimentó, en los sucesivos años y al amparo de técnicas políticas, de las cesiones que los distintos gobiernos de España, tanto del PSOE como del PP, hacían a la Generalitat a cambio de su apoyo parlamentario en la aprobación de los presupuestos generales del Estado. Envolviéndose en la estela del victimismo, Pujol, regalaba discursos en los que representaba al pueblo catalán como un pueblo oprimido por la presión fiscal que el Estado ejercía sobre Cataluña, el cual dejaba a la Generalitat en una situación siempre de más y mejor pagadora que sus convecinas comunidades y de peor tratada por el reparto del malvado sistema de financiación español, argumento que le colocaba en una posición de garante de los intereses catalanes y de representante único de los valores catales frente al Estado. 

Esas cesiones que el Estado ha venido otorgando a la Comunidad de Cataluña han servido de germen para un sentimiento separatista catalán tan irracional como malévolo, el cual ha significado la apertura de los mares para un Moisés que identificamos con Artur Más, elegido por el dedo divino de Pujol, sin Don, ni bastón ni fe.

Jordi Pujol, ese grandilocuente personaje pseudo bíblico, ha reconocido haberse apropiado de un dinero que no le pertenecía, habiendo defraudado con su acción no sólo a su familia por compartir intereses legítimos en la supuesta herencia, sino también a todo el pueblo catalán que ha gobernado durante tres décadas, al cual ha vapuleado con su falsa moralidad cristiana y al que ha traicionado en una causa tan injusta como ruin ha sido su latrocinio.