El
movimiento político de independentismo catalán no es más que una
mentira diseñada para cubrir los desmanes y la inoperancia de los
gobernantes de Cataluña. Lo es porque el sentimiento independentista
como realidad histórica jamás ha existido.
Sin
embargo la situación actual es fruto de una evolución en el tiempo
de una serie de errores políticos. El primer error se dio en
1978, cuando se negocia y se firma nuestra actual Constitución donde
se habla de nacionalidades, cuando en verdad ese término en sentido
intrínseco no había existido en España hasta ese momento. A partir
de ahí se ha utilizado el término “nacionalidades” como arma de
recolecta electoral, promovido por partidos minúsculos en los que su
sino existencial radicaba en arañar votos a costa de despertar un
ánimo pueril y aldeano, con el único fin de justificar su
existencia a costa del erario público. Esa interpretación
interesada ha generado nuevos problemas nunca existentes en la
historia de España, los cuales han terminado con la cesión de
competencias por parte del Estado, algunas tan importantes como la
Educación. Esa cesión no ha hecho más que empobrecer el grado
educativo a cada legislatura puesto que, los de un lado y los de
otro, han ideado e implantado su propio sistema educativo con el
objetivo no de incrementar los grados de aprendizaje en las materias generales sino de instruir a nuestros pequeños para que, en su edad
adulta, conocieran una historia de España a medida del político de
turno, siempre al amparo del Estado, el cual escurría el problema
alegando la libre identidad de las comunidades autónomas.
Con
todo lo anterior, desde 1978 hasta la fecha, los nacionalistas
catalanes han inventado partes de la historia; otras en cambio las han
eliminado. Lo cierto es que se deben
desmontar de una vez las mentiras que emanan de sus bocas con la
contundente Historia de España. Por ello, del ideario político
histórico que se predica en ERC debe decirse que:
1.-
Cataluña jamás ha sido un Estado independiente.
2.-
Castilla jamás conquistó Cataluña. Lo que ocurrió fue que
Cataluña se integró en el Casal d'Aragó y, como consecuencia de la
muerte del Rey Fernando, pasó a la Corona de Austria.
3.-
En 1714 Cataluña no luchó para conseguir su independencia sino que
fue a las armas a favor del archiduque para conseguir el
mantenimiento de la estructura jurídica y política del Casal
d'Aragó.
Ante
estos tres puntos, que son la realidad histórica de nuestro país,
el argumentario nacionalista catalán fallece por inanición. Ni qué decir cabe sobre que la lengua no hace a los países, pero sí el país hace la lengua. Así es cierto que el idioma no debe usarse más que como una herramienta para la comunicación y no como una señal identitaria de conflicto y de bandera.
Cataluña
es una gran comunidad, llena de gente excepcional. Yo la conozco muy
bien porque he vivido allí durante algunos años, por ello no me
creo las patrañas que nos cuentan sus políticos, menos aun cuando
cometen atropellos intelectuales y tergiversan los hechos con la
única finalidad de encubrir y de seguir facturando a costa de todos
los honrados contribuyentes del pueblo catalán.
ADOLFO FERNÁNDEZ